Una aventura es una experiencia de naturaleza arriesgada, normalmente compuesta de eventos inesperados, en muchas ocasiones estando presente cierta clase de peligro.1​ Las aventuras son de diversos tipos. Pueden constar de tareas arriesgadas, ya sean buscadas o no; encuentros con personas, cosas o situaciones impactantes; la realización de metas importantes en la vida de un individuo; un proyecto de negocios donde se juegan bienes de considerable cuantía o simplemente una relación pasajera fuera del matrimonio. En todos los casos aparecen, en mayor o menor medida, ciertos tipos de riesgos y también alguna incertidumbre. La experimentación de una aventura puede crear estimulación física y psicológica en el individuo, la cual puede acarrear beneficios, incremento en la autoestima, o perjuicios, como el miedo o la nostalgia,2​ dependiendo del desenlace. Para algunas personas, la aventura se vuelve un factor muy importante en sus vidas.